jueves, 20 de agosto de 2020

MI GENTE. MI TÍO PERE

 

Mi tío Pedro (el Yeclano para muchos de los que le conocieron) nos dejo en la época oscura de este año, con la tranquilidad de un hombre bueno. Plasmaré alguno de los múltiples recuerdos.

Entre semana en ocasiones, pocas, venía a casa a comer, cuando era miércoles, que viene mi nieto con sus padres. Se daba la coincidencia que eran el mayor y el menor de mi familia (separados por más de 85 años), había una conjunción especial entre ellos. Mi tío dejaba el cayado y la gorra, cuidadosamente en una silla del salón, Al rato el pequeño, con mucha delicadez cogía el garrote y la gorra, se la ponía, y suavecito se acercaba a mi tío, sentado en el sofá, se apoyaba en él, como para solicitar permiso, observar esos segundos maravillosos que sin decir nada, pero con una alegría en sus ojos, se lo decían todo, se entendían y disfrutaban, me llenaba de alegría y está grabado en mi corazón.

Acabada la comida y habiendo hecho una pequeña siestecita en el sofá, que nos ha venido bien a los dos, acompaño a mi tío a su casa, con par de descansitos, los dos besitos de rigor cuando nos despedimos, y a casa.

Un día feliz.

 

Es otras ocasiones hemos compartido algún viaje en autobús a comer gambas, con el Club, en unas mesas largas, generalmente una por autobús. Bastantes mesas, un día conté 12, ya que coincidimos comensales de varias localidades.

Me preguntaban por él, con mucho cariño y admiración. Había sido su capataz en diversos trabajos agrícolas. Según me comentaban les había enseñado mucho y tratado bien. Era una persona amable, callada pero efectiva para ellos y para el trabajo. Con múltiples anécdotas en días de sol o de lluvia.

Después de estas comidas hay baile. A mi tío y a mí  no nos ilusiona, buscábamos un sofá cerca para descansar y reposar la comida, siestecita incluida.

La vuelta en autobús, lo acompañamos a su casa y fin del día.

Completo por un bienestar compartido.

No hay comentarios: